“Me habría gustado tanto ser así: algo indeterminado, libre de volar hacia cualquier parte. En lugar de eso, permanecía encerrada dentro de mi cuerpo hostil y enfermo y dentro de una mente obsesionada por la destrucción.”
“mi cerebro secuestrado por la urgencia del placer provocando cortacircuitos, tan alto era el voltaje de mi éxtasis que no representaba las normas del contador eléctrico, y me hundía en la embriaguez para ascender mejor a través de su géiser terminal”.
(citas de Biografía del hambre de Amélie Nothomb)
el 15 de julio de este verano escribí un post cuya esencia narrativa reflejaba las primeras expresiones de un cambio radical profundo. sin ser consciente en aquel momento, estaba gestando la apertura de puertas internas que daban paso a caminos semirecorridos, pero abandonados; también empezaba a andar nuevos pasos formando nuevas figuras en cada pisada, construyendo enigmáticas rutas dentro de mi.
unos días antes de esa publicación, barajando las cartas del tarot de un nuevo pero gran amigo, saqué una carta: el colgado. y eso, entre otras cosas, me condujo a escribir estas últimas lineas:
“mientras entiendo que empiezo a percibir otra frecuencia la impaciencia me hace ansiosa... y ¡zas! ahora entiendo, me detengo, dejo que la pausa me invada, quedo suspendida, colgada.
se trata de un giro, un cambio radical de dirección."
cuando sientes que tocas muy muy ondo y decides, sin casi saberlo, empezar a “encontrarte”, algo nuevo se gesta dentro de ti; mientras se gesta, por un pequeño o gran tiempo (depende de cada una) quedas en stand by, en pausa... el trabajo interno es tan costoso y el movimiento interno es tan rápido, que casi toda la energía va destinada a ello, es por eso que es necesario un momento de inmovilidad física y exterior.
a veces, todo esto ocurre de forma inconsciente, pero, poco a poco, vamos pasando de la inconsciencia a la consciencia. para ello una empieza a pausar la inercia provocada por el frenético impulso externo y va aprendiendo a pararse cuando hay que parar, a andar cuando hay que andar y, sobretodo, a escuchar cual es el propio ritmo. por ejemplo, decirse: ¿qué deseo? en vez de: y...¿qué hago?
ser únicamente una emodark no me hacía bien. desde que soy adolescente me reconozco en esta identidad, pero llevaba tiempo muy agarrada a ella, alimentándola, haciéndola fuerte, manteniendo una relación monógama con ella, haciéndola única y exclusiva. en este último proceso de cambio me he dado cuenta que me estaba olvidado de otras laias que también están dentro de mi. así que podría decir que últimamente estoy pasando de casi una única identidad emodark (o eso me creía yo), a una identidad más plural, en la que lo emodark toma otro lugar, pasa a ser una laia entre muchas otras que me habitan. “no hablo con mi voz sino con mis voces” decía Alejandra Pizarnik.
ahora y desde hace poco tiempo también estoy reenganchándome a ciertos placeres de la vida, placeres que no son sólo y únicamente los placeres relacionados con lo teoricotransfeminista, lo colectivo y lo políticamente correcto.
he disfrutado del sol, de la playa, de los días lluviosos, de los paseos, de las conversaciones tranquilas hablando de la vida o de cosas aparentemente sencillas pero de gran complejidad, de las incoherencias, de la filosofía, del roce de los cuerpos y de los morbos no encasillados... porque últimamente todo esto no tenía lugar dentro del placer. desde hacía un tiempo la percepción de otras frecuencias sólo cobraban existencia como enemigas, tanto meteorológicas, como humanas, como ideológicas...
en fin, esto me hace recordar, que también he estado pensado en las opresiones que se generan, a veces, en lo colectivo. la identidad colectiva puede llegar a ser muy castrante por miedo a las contradicciones, a las incoherencias, a la no sintonía con el colectivo. podemos llevar a perdernos la riqueza de la diversidad. para ello creo que es importante no olvidarse de lo individual, de las particularidades de cada una.
podría decir que siento estar en un faceta algo introspectiva, mirándome a mi, encontrándome
con mi centro y escuchando qué cosas deseo ahora mismo. estoy marcando unos pocos pero importantes objetivos y encaminándome hacia conseguirlos, pero no como un fin, sino como un constante camino de aprendizaje.
con todo esto, siento que sí, que tal y como anuncié en el final de ese post del 15 de julio de forma muy intuitiva y casi inconsciente, he tomado un cambio radical de dirección. a lo largo de este verano he ido diciendo: me da la sensación que en un par o tres de meses me han salido nuevas arrugas. ¿arrugas savias? no lo sé, puede que sí.
con este cambio, cierro una etapa para dar apertura a otra, otra quizá mucho mas plural. así que me despido de mi querido blog al que tantísimo cariño tengo. me entran ganas de llorar... porque, como un montón de cosas en la vida, esto también implica un pequeño proceso de duelo.
y para definitivamente acabar, quiero advertir que a esta nueva laia le están pasando muchas cosas, cosas que van a tener que ser expresadas, pero poco a poco (aunque yo nunca acabo funcionando poco a poco!) y con tiempo.
Hasta siempre.
transfusión o laia o...