lunes, 14 de febrero de 2011

Busco en algún punto de mi conciencia el lugar en el que mis pies pisen suelo liso. Mientras busco, ando por rutas con climas y paisajes diferentes según el amanecer que se desvele. Después de llanos caminos, una rocosa bajada y una leve pendiente repleta de piedras, la ruta ha vuelto a inclinarse hacia abajo y las piedras se han convertido en pequeñas rocas. Esta vez las rocas son pisables y el dolor va y viene según las intensidades. Ahora me encuentro en un lugar en el que la aguja está tocando el rosa a poca distancia de rozar el rojo. Hay tanta potencia aguardada en mi pecho que no soy capaz de mirar con los ojos abiertos. Desbordada, el llanto fluye cuando le viene en gana, la angustia se acelera y un temblor se vuelve poseedor de todo mi movimiento. No soy capaz de poner palabras al núcleo de la cuestión. Me dirijo por un camino en espiral hacia el corazón de cristal, pero hay tanto temor a la ruptura que me impulso hacia atrás y de espaldas recorro, a la inversa, la espiral. Y en esa impulsiva reacción me invade la voz de mi subconsciente gritándome palabras a las que no quiero dar forma coherente. Celos, impotencia, miedo, angustia, deseo, egoísmo, egocentrismo, amor, desamor, confusión, autoengaño, incoherencia, celos. Me niego a los sentidos lógicos, más que por decisión por debilidad.

No hay comentarios: