miércoles, 23 de febrero de 2011

¿Excluyendo a las heteras?

Se introducen tus palabras en el interior de mi cuerpo y resuenan por mis tripas como el eco que se repite en una habitación vacía. Y ese resonar, ese golpearse de un lado a otro por las paredes de mis adentros no me sienta muy bien. Me confunden las sensaciones y automáticamente, en señal de alarma, se activa este potente mecanismo mío de ponerme dura y hermética para construir un escudo, una defensa.

En un principio, emerge de algún rincón de mis recuerdos el victimismo lésbico de no sentirme parte de lo que me rodea; de no haberme sentido identificada con los grupos en los que he estado; de decirme a mí misma: “esas son sus historias, las mías son otras”. Me invade esa asquerosa sensación de sentir que me paso el día rodeada de gente con la que no me siento para nada identificada porqué están profundamente sumergidos en todos los mandatos y normas que rige la heterosexualidad obligatoria; pienso que tan sólo viviendo el mundo desde una piel que no se identifica con la heterosexualidad podemos percatarnos de lo que esto implica. No es fácil, no es nada fácil. Por eso, no me sienta bien que alguien, alguien, me diga que se ha sentido excluida de un grupo por ser la única hetero, por ser la única hetero aún y siendo feminista. Pienso: algo así he sentido yo durante toda mi vida en todos los espacios a los que he ido, pero con la diferencia que por lo menos aquí le hemos dado la vuelta y darle la vuelta ya es pasar por dos lugares cuestionados. Me sienta muy mal.

Luego, cuando consigo apartarme de este victimismo mío que llevo muy muy adentro y que me hace reaccionar de formas bastante brutas a veces, puedo ver a quien tengo delante y mirar que quien me está contando esto me lo cuenta desde su malestar profundo, desde sus ganas y sus repetidos intentos para sentirse bien en ciertos espacios. Te miro a los ojos llorosos y me entra la culpa, la culpa esa que siento cuando veo que no estás a gusto, la culpa porqué no sé si podría haber hecho de mas para que te sintieras cómoda, la culpa porqué sé que tengo cierto rechazo a todo lo heterosexual y quizá eso ha condicionado a que el hecho que te definas como tal o que te acuestes con hombres me cree un desinterés hacia tus gustos, tus deseos y ponga una barrera que impide que puedas sentirte a gusto conmigo/nosotras. Pienso que a veces me muestro fría, dura y seria, como si en cada debate, en cada discusión estuviera enfrentándome a la sociedad sin darme cuenta que en ocasiones con quien estoy debatiendo, con quien discuto y quien me está planteando cosas profundas de sus adentros es una amiga, es casi una hermana, es mi familia elegida. Quizá por eso me frustro mas, quizá por eso me enfada más.

Debo apartarme del victimismo, del enfado y de la culpa porqué lo que está sintiendo la otra es real y esta posición mía no le hará desaparecer esa sensación que ahora le preocupa. Y a mí me preocupa que ella esté preocupada. Y sigo pensado sí es una cuestión que ella debe trabajarse o sí realmente tengo una barrera fuerte ante todo aquello que me suene a heterosexualidad.

Cuento esto, desde mi máxima ignorancia, porqué no sé cómo abordar este tema y porqué me ha descolocado bastante… ¿Qué hay que hacer? :S

viernes, 18 de febrero de 2011

martes, 15 de febrero de 2011

Petitis detalls que fan que la vida sigui agradable (Gemma):

L’escalfor del sol, que les ones del mar t’esquitxin a la cara mentre dorms, una posta de sol, un dia de pluja, caminar descalça pel camp, el tacte d’una flor.

Banyar-te de nit a la platja, beure cervesa al costat d’un riu, observar la lluna plena, mirar les estrelles una nit de Juliol.

Pensar amb algú que fa molt temps que no veus i, 2 hores més tard, trobar-lo pel carrer. Creuar una mirada de complicitat amb un desconegut, deixar seure una velleta al autobús i que et digui: “¡Que Dios te lo pague Guapa!”, llegir un bon llibre, menjar pa amb tomàquet i pernil.

Submergir les mans en un pot de pintura enorme, o sabó en el seu defecte. una dutxa d’aigua freda a l’estiu, una manta suau al hivern. Acariciar un animal, sentir un nen rient, el cant dels ocells.

Que se t’enganxi una cançó molt antiga i molt cutre, i no poder evitar que t’agradi. Anar amb xandal, el tacte del teu (antic) sofà (piel de melocotón). Un petó a la galta, saltar a corda. Omplir tant els pulmons que et facin mal, riure fins a plorar. Un Café de 4 hores amb un bon amic. El cor humà, que es una puta passada.

Comprar-te sabates noves, que el teu grup preferit vingui en concert, una carta d’ algú que t’estima.

Anar en bicicleta, un coixí confortable, trobar-te 10 cèntims pel carrer. El País Basc, viatjar hores i hores, i dormir fatal, i desprès no voler arribar per seguir dormint fatal unes quantes hores més. Un suc de préssec, ballar tota la nit, arribar a casa quan surt el sol. L’olor a cafè, menjar pa recent fet. La mousse de xocolata de la premsa, escriure per escriure, pentinar uns cabells llargs.

Xocolata amb xurros, un got de llet, arribar a casa i treure’t els mitjons, passejar-te despullada, un suc de taronja natural. Que posin la teva cançó preferida (o si més no que t’agrada molt) a la radio. El sol d’hivern, la pluja d’estiu.

Recollir petxines a la platja, posar l’antena en una conversació. Conduir. Que el vent t’aixequi la faldilla, tenir asaco de gana i menjar el que et vingui de gust. Llevar-te tan tard que ja sigui hora de dinar, fer la migdiada, els espaguetis a la carbonara...

Delirar, ballar fins que et fan mal els peus, i malament, i fent el jabalí. Intentar escopir al terra i fer un desastre, esternudar. El vol d’una papallona. Apagar el mòbil i no encendre’l en dos dies. Fer un àngel a la neu. Olorar alguna cosa que fa molta pudor i no poder parar.

Tocar-te el punt on tens agulletes, rascar-te els ulls encara que no et piquin.

Quan et fa molt mal la panxa de la regla i sembla que t’hagis de morir però de cop et passa i es com estar a la glòria...

Créixer amb la gent que t’envolta, i fer-nos grans. I assumir el pas del temps, i que no tot es perfecte. Intentar viure el màxim... i un llarg i etern etcètera.

Gemma Rocamora Blanch (26 d'octubre del 2010)


Gràcies Gemma per aquest gran regal que en dies com aquest em pujen els anims i en senten tan taan bé :D

lunes, 14 de febrero de 2011

Busco en algún punto de mi conciencia el lugar en el que mis pies pisen suelo liso. Mientras busco, ando por rutas con climas y paisajes diferentes según el amanecer que se desvele. Después de llanos caminos, una rocosa bajada y una leve pendiente repleta de piedras, la ruta ha vuelto a inclinarse hacia abajo y las piedras se han convertido en pequeñas rocas. Esta vez las rocas son pisables y el dolor va y viene según las intensidades. Ahora me encuentro en un lugar en el que la aguja está tocando el rosa a poca distancia de rozar el rojo. Hay tanta potencia aguardada en mi pecho que no soy capaz de mirar con los ojos abiertos. Desbordada, el llanto fluye cuando le viene en gana, la angustia se acelera y un temblor se vuelve poseedor de todo mi movimiento. No soy capaz de poner palabras al núcleo de la cuestión. Me dirijo por un camino en espiral hacia el corazón de cristal, pero hay tanto temor a la ruptura que me impulso hacia atrás y de espaldas recorro, a la inversa, la espiral. Y en esa impulsiva reacción me invade la voz de mi subconsciente gritándome palabras a las que no quiero dar forma coherente. Celos, impotencia, miedo, angustia, deseo, egoísmo, egocentrismo, amor, desamor, confusión, autoengaño, incoherencia, celos. Me niego a los sentidos lógicos, más que por decisión por debilidad.