miércoles, 19 de junio de 2013

Madame Popova y su agencia para eliminar maridos molestos



Si es que el que no hace negocio es porque no quiere.
Y si no que se lo cuenten a la buena de Madame Alexe Popova, que vio en su Rusia de finales del siglo XIX todo un filón en la gran cantidad de mujeres descontentas con sus maridos. De este modo, la Popova se montó una agencia para eliminarlos que tuvo un éxito inimaginable.

Cuentan que lo de Madame Popova, con permiso de Erzsebet Bathory, fue el primer caso reconocido de asesina en serie. Aunque se podría decir que fue una de esas asesinas con clase, de las que no se manchan las manos. Madame Popova fue una noble cruel para quién la vida no tenía ningún valor, algo usual en su época, y que por su condición tuvo durante mucho tiempo la capacidad de matar impunemente.

Regentó una agencia para librarse de maridos molestos que funcionó desde 1879 hasta 1909, por donde pasaron unas trescientas clientas, con sus correspondientes 300 maridos asesinados. No sin motivo, ya que por una cantidad no muy elevada asesinaba a los “maridos crueles” y liberaba a sus esposas.

Popova usaba el veneno preferiblemente, que podía administrar ella misma o dar a las mujeres para que ellas lo dosificaran, aunque también usó sicarios en algunos casos. Su agencia era perfecta porque proporcionaba confidencialidad y , además, al no tener ninguna relación con las víctimas, era difícil que la descubrieran.

En su siglo, además, las fuerzas del orden no eran tan efectivas como ahora y no había control sobre la población. Estas dos circunstancias hicieron que acumulara crímenes y no fuera descubierta hasta que la denunciaron. Fue atrapada, juzgada y condenada porque una de sus clientas tuvo un ataque de remordimientos y envió una nota a la policía denunciando los hechos. Madame Popova fue condenada a muerte, pero no delató a sus cómplices. Murió fusilada en 1909. Madame Popova sentó precedentes, y a lo largo del siglo XX fueron fueron muchos los personajes que la emularon y todavía lo siguen haciendo.

Fuentes:
 Extracto de El libro de los asesinos, de Alicia Misrahi