viernes, 6 de enero de 2012

Cumpleaños...

“Tres de la mañana.
Percibo este segundo, después este otro;
hago el balance de cada minuto.

¿A qué viene todo esto? A que he nacido.
De cierto tipo de vigilias viene la inculpación del nacimiento.”
(E. M. Cioran)



Ayer fue mi cumpleaños. Me emborraché, me emborraché mucho para soportar mejor mis dramas.

No me gusta el cumpleaños, aunque luego le doy la vuelta y me hace ilusión que me feliciten y todas esas cosas, pero en mis reflexiones profundas sobre el aniversario me encuentro con que no hay nada que celebrar. Este pensar que no hay nada que celebrar el día del aniversario me es algo contradictorio. Resulta que habitan en mí dos “yos” (bueno, en realidad mas de dos) pero dos que se pelean constantemente sobre una cuestión: la muerte, y por consiguiente, la vida. Es ésta una obsesión que me persigue desde siempre. Un “yo” vive la vida intensamente y quiere disfrutar de todos los placeres que en ella se puedan absorber, pero otro “yo” es muy autodestructivo y tiende a pensar que la vida no tiene sentido.
Cuando era adolescente me obsesione mucho, muchissimo con el tema, tanto que mi frase era: amo la muerte. No me detendré demasiado en mis pensamientos al respecto (Un día buscaré mis escritos de los 14 años para ver que chaladuras se me pasaban por la cabeza, será gracioso.). Esa faceta la he pasado, pero siempre quedan espinillas clavadas, siempre quedan rasgos en la personalidad de una. Y es que sí, ahora me reconozco en esta parte tétrica que rara vez comparto. Es por ello que el día de mi cumpleaños pienso que no sé si realmente debo celebrar mis 22 años de existencia, no sé si me apetece celebrar que llevo en vida tantos años porqué tengo conflictos con esto de la vida y la muerte. Tengo tantos conflictos que hasta me está resultando un horror escribir sobre ello, me entra como una especie de “tartamudez” escribiendo, me atasco, no se... también siento vergüenza de esta parte de mí. En fin, ante este pensamiento me siento mal, bastante mal porqué no sé si esta obsesión que nutro es real tal y como la describo o sí es una especie de romanticada que me gusta mantener. Lo que sí se es que mi ser excéntrico me va mandando señales de que ahí está, que no se ha ido.


Hace un tiempo leí el libro “El inconveniente de haber nacido” de Cioran, un filósofo rumano que se pasaba el día escribiendo sobre el sin sentido de la existencia, el lamentarse por el nacimiento, etc etc... no comparto algunas de las cosas que él argumenta, pero si que me flipa cómo habla del nacimiento y de la muerte.

Dejo aquí algunas frases suyas:

«Desde que estoy en el mundo», ese desde me parece cargado de un significado tan espantoso, que se torna insoportable.

“No corremos hacia la muerte; huimos de la catástrofe del nacimiento. Nos debatimos como sobrevivientes que tratan de olvidarla. El miedo a la muerte no es sino la proyección hacia el futuro de otro miedo que se remonta a nuestro primer momento.
Nos repugna, es verdad, considerar al nacimiento una calamidad: ¿acaso no nos han inculcado que se trata del supremo bien y que lo peor se sitúa al final, y no al principio, de nuestra carrera? Sin embargo, el mal, el verdadero mal, está detrás, y no delante de nosotros. Lo que a Cristo se le escapó, Buda lo ha comprendido: «Si tres cosas no existieran en el mundo, oh discípulos, lo Perfecto no aparecería en el mundo...» Y antes que la vejez y que la muerte, sitúa el nacimiento,fuente de todas las desgracias y de todos los desastres.”

"El problema es que nunca he llorado, pues mis lágrimas se han transformado en pensamientos tan amargos como ellas."

"La vida es un subterfugio de la locura y el que cae en sus redes marcha por un camino abierto por su propia sangre."

“¿Dónde están mis sensaciones? Se han desvanecido en... mí, ¿y qué
es ese yo sino la suma de esas sensaciones?”

“Referirse sin cesar a un mundo donde todavía nada se humillaba al surgimiento, donde se presentía la conciencia sin desearla, donde, encenegado en lo virtual, se gozaba de la plenitud nula de un yo anterior al yo...
No haber nacido, de solo pensarlo, ¡qué felicidad, qué libertad, qué espacio!”

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